Pedro Pablo Castillo es uno de los próceres de la independencia en El Salvador que participó en el segundo alzamiento en contra de las autoridades de la corona española en el año 1814.
Nació en San Salvador 29 de julio de 1780 proveniente de una familia humilde y dentro de sus cargos se destaca el haber sido el alcalde de segundo voto de la ciudad de San Salvador.
Desde muy joven era creativo e inteligente y no se dejaba influir por la doctrina española de entrega, su simpatía por los explotados y los necesitados lo conllevaron a convertirse en guía de la lucha por la independencia de El Salvador.
En 1805 se casó con Francisca Alegría Aquino, matrimonio del cual nacieron cuatro hijos.
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Participación en el movimiento independentista
Por algún tiempo vivieron en Cojutepeque y en el barrio capitalino de La Merced y allí prestaba su casa para que realizaran las reuniones y se implicó íntegramente en el movimiento popular que lanzó el grito rebelde independentista del 5 de noviembre de 1811.
Colaboró vivamente en la preparación de líderes, organizador y coordinador general de la insurrección, y fue el vínculo de la unidad de todos los sectores en el movimiento independentista fracasado del 5 de noviembre de 1811, llamado el Primer grito de independencia de Centroamérica que se dio en San Salvador.
Este movimiento fue un gran adelanto en la obtención de la independencia. En ese suceso se desconoció el mando español, se proclamó la autonomía de la Intendencia. Con esa corriente fue destituido el intendente provincial don Antonio Gutiérrez y Ulloa y se cambió a casi todos los empleados del gobierno designados por la nobleza de España y se situó en su puesto a las autoridades católicas y oligarcas criollos que le dieron la espalda a España al ver que el movimiento insurgente estaba avanzando en toda la región, y palparon la posibilidad de libertarse del dominio mercantil, de impuestos y explotador al que eran sometidos por la corona.
El prócer Manuel José Arce, emitió un emocionado discurso el día 5 de noviembre de 1811 y en él proclamó solemnemente la independencia de Centro América.
La lucha armada se inició cuando obreros, estudiantes y campesinos organizados por Pedro Pablo Castillo confiscaron miles de fusiles y el dinero de las cajas reales, y con esto prepararon un buen grupo para disponerse a combatir por la soberanía.
Los lideres independentistas no le vieron futuro al proceso y renunciaron al intento, admitieron el guante pacificador que les envió España desde Guatemala. Uno de los factores que atribuían eran los pocos fondos con que contaban las cajas reales y otro, las pocas armas, en comparación con la de España.
Castillo sugirió continuar la lucha a pesar de que el movimiento se oscureció y él pensaba que el único peligro para no lograr la independencia era el no lograr la unidad de las distintas gestas libertarias que ya soplaban en otros sectores de las provincias.
Ante las agresiones y amenazas de los españoles, aquel grito que buscaba ser la llama que incendiaría y unificaría las luchas soberanas y justas, se apagó y fracasó en su primordial objetivo, pero marcó el camino que debían proseguir para lograr la victoria, la independencia centroamericana de España.
Meses después, León, Granadas, Rivas y otras localidades de Nicaragua se insurreccionaron, lo que vino a fortalecer el sueño de Castillo, un mes más tarde, en enero del l812 estalla Tegucigalpa, y Juan Manuel Rodríguez junto a Castillo trabajan arduamente en un nuevo intento insurreccional, y en diciembre de 1813 se descubrió en Guatemala la Conspiración de Belén, acto que estaría coordinado con otros movimientos centroamericanos.
Su trabajo como alcalde
El incansable trabajo de Castillo, su liderazgo y capacidad entre todos los ciudadanos lo llevó a ser electo alcalde segundo de San Salvador en 1814, junto con el primer alcalde Juan Manuel Rodríguez.
En esta posición Castillo no descansó para organizar un nuevo intento y esto le facilitó organizar junto al grupo que lideraba Manuel Rodríguez, el siguiente intento independentista que mostró un potencial avance de unidad y soporte de distintos sectores en la intentona del 24 de enero de 1814. Castillo fue señalado por las autoridades españolas como «el principal autor de la infame insurrección».
La urgencia de lanzar el movimiento era que se había jurado en ese año la Constitución Española en el 1812, y las autoridades del país y la región centroamericana, prácticamente quedaron vendidas al aceptar sin tapujo la imposición.
Movimiento insurreccional
El Alcalde constitucional de San Salvador Juan Manuel Rodríguez a través de diálogos y la influencia que tenía con los sectores de la iglesia, se metió a conseguir el apoyo de otros líderes y sectores provinciales. En organizar la hora y los últimos detalles estaban, cuando la rebelión fue detectada por los jefes españoles y un poderoso ejército se abalanzó contra el movimiento.
A causa de los ataque sobre el nuevo movimiento unitario de independencia y los nuevos líderes natos, y en especial en contra los líderes de San Salvador, Pedro Pablo Castillo, al mando de unos 150 hombres ocupó la parroquia de San Francisco.
Las tropas españolas y cervilistas centroamericanas llegaron a buscar la rendición de Castillo, pero no se entregó, y un grupo de jóvenes heroicos y combatientes por la independencia de El Salvador opusieron fiera resistencia militar a las tropas que intentaban sofocar la revuelta.
A Castillo las tropas españolas lo buscaban y llegaron desde Guatemala para apresarlo o fusilarlo, a quien lo consideraban la cabeza del movimiento armado insurrecto contra la Corona Española.
Se agudizaron los debates entre luchar o dialogar que se le hizo difícil a Castillo de reforzar y unir el movimiento con otros sectores que estaban tambien luchando.
Habían en el oriente movimientos que estaban luchando y lo mismo en el departamento de La Paz, donde se escuchaban la resistencia Nonualca. A esto se sumaban los gritos en Nicaragua, Guatemala y Honduras.
Cuando las batallas arreciaron y los líderes católicos se sometieron «nuevamente» al mando español al no querer llamar a las autoridades católicas centroamericanas a apoyar el levantamiento, a Castillo no le quedó otra alternativa que resistir con los pocos que eran fieles. Su impulso del 24 de enero fue derrotado.
Por la razón de que Castillo mató al jefe de mando de las tropas españolas, las autoridades le pusieron precio a la cabeza de Castillo y cercaron todo el barrio. En todo San Salvador los lideres de la nueva revuelta que no huyeron, fueron apresados y el nuevo intento independentista fue sofocado y sus promotores fueron reducidos a prisión.
La orden de arresto en contra de Castillo fue publicada por el bando militar el día 25, en las cuatro esquinas de la Plaza Mayor de San Salvador y fue despachada por cordillera hacia San Vicente, San Miguel, Suchitoto, Chalatenango, Zacatecoluca Usulután y Santa Ana.
Enterado de que las autoridades habían establecido una recompensa de 500 pesos por su captura, se trasladó por pocos días a una propiedad que poseía en la jurisdicción de Huizúcar.
Mientras tanto, su casa, muebles y demás bienes fueron destruidos o incautados por furiosas turbas proespañolas, las que también lanzaron a la calle a su esposa y vástagos. Poco menos de un año más tarde, Francisca de Castillo murió de fiebre puerperal, tras dar a luz a su quinto descendiente.
El intento de arrestar a Castillo no acabó, en toda Centroamérica se conoció el precio sobre su cabeza, y aunque vivió unos días en el anonimato, su nombre volvió a la luz cuando se supo que por las persecuciones fue a refugiarse a la Iglesia Parroquial de San Salvador, protegido por el presbítero Aguilar. Hasta allí llegó también a refugiarse Juan Manuel Rodríguez, fiel a la causa de la independencia.
Se dice que Castillo y Rodríguez con la ayuda protectora de los curas se entregaron o fueron entregados, al parecer a cambio de que no capturaran a los hermanos Aguilar y de que se decretase la libertad de todos los prisioneros de la gesta independentista. Ya capturados fueron encarcelados, torturados, procesados y Castillo fue enviado prisionero exiliado hacia Jamaica, para dispersar el ya silenciado movimiento popular salvadoreño.
Con el nombre de Juan Sánchez, Castillo es enviado hacia la carcel de Jamaica, vía Honduras donde lo mantienen por dos meses en una cárcel del cuartel de Omoa y luego lo envían hacia Belize con destino a la cárcel de Jamaica, lugar donde permanecen presos y a donde enviaban a morir a muchos líderes independentista de toda América.
El libertador Simón Bolívar llegó desterrado a Jamaica en 1815 donde permaneció por 7 meses. En ese período hay diferentes movimientos en Jamaica entre dominios franceses e ingleses por someter la isla.
Muerte
Murió exiliado, enfermo de fiebre en una cárcel de la isla caribeña de Jamaica el 14 de agosto de 1817, sin ver logrado su sueño de un país independiente.