En los cortes estratigráficos que corren a lo largo de muchas calles y carreteras de la República de El Salvador, se observan capas de ceniza volcánica que son testimonio del volcanismo que ha caracterizado el pasado.
La huida de Joya de Cerén causada por la erupción de Loma Caldera., hace unos 1400 años.
En los mismos cortes también se pueden encontrar indicios de asentamientos prehispánicos: basureros antiguos con tiestos de cerámica e implementos de obsidiana, entierros humanos y, a veces, un campo de cultivo con sus surcos y camellones cubiertos de ceniza.
Huellas como estas les dicen a los arqueólogos que hay gran cantidad de restos prehistóricos enterrados debajo de la ceniza de varias erupciones volcánicas antiguas.
Las erupciones pueden ser distinguidas por medio del estudio del tamaño y la textura de las cenizas que arrojaron los volcanes. En el Valle de Zapotitán, por ejemplo, los arqueólogos y los geólogos han documentado una secuencia volcánica de cuatro erupciones prehistóricas principales.
Cuando las erupciones cubren troncos de árboles u otro material de orígen orgánico, estos pueden ser fechados utilizando el método del radiocarbono; la edad resultante dará una idea de cuando ocurrió el desastre.
La erupción del Volcán Ilopango se ha ubicado, por ejemplo, hacia el año 260 (más o menos 114 años) en base a un promedio de nueve fechas de radiocarbono de muestras de madera que estaban enterradas en la característica ceniza blanca de la erupción, conocida por los especialistas como tierra blanca joven.
Es evidente que esta erupción tuvo un impacto devastador en casi toda la región del occidente y gran parte del centro del país.
Pueblos enteros quedaron sepultados por la ceniza, lo que cambió treméndamente los patrones de poblamiento cuando los habitantes de los valles se reubicaron en tierra alta para escapar de la ceniza que se acumulaba en el fondo de los valles y poder seguir su modo de vida basado en la agricultura.
Otro efecto de la ruptura de los nexos de intercambio comercial centrados en Chalchuapa y el resultante decaimiento de Chalchuapa como el gran centro económico y político del área durante el preclásico tardío.
Casi todos los sitios prehistóricos destruidos por las erupciones volcánicas se encuentran a una profundidad bastante grande y, por lo tanto, se descubren solamente cuando quedan expuestos casualmente por la acción erosional de algún río o las actividades de construcción.
El perfil de un campo de cultivo enterrado por la erupción del Ilopango fue observado en la ribera del Río Grande, departamento de Chalatenango, y así se descubrió el sitio.
El Sitio de Joya de Cerén, enterrado hace unos 1400 años por la erupción de Loma Caldera, fue descubierto cuando un tractor arrancó parte de una casa antigua, que luego fue excavada por los arqueólogos.
El estado de conservación impecable de los restos de esta comunidad asombrosa se explica por la rapidez de la erupción (que pudo haber durado hasta dos semanas) y la enorme cantidad de ceniza (de cuatro a seis metros de profundidad) que tapó toda la aldea.
Fragmento de: Historia de El Salvador: Tomo I, Ministerio de Educación, El Salvador, Centroamérica, 1994.