¿Es actualmente El Salvador uno de los países más seguros del mundo?
El Salvador, un país que por décadas fue sinónimo de violencia, inseguridad y crimen, ha experimentado cambios radicales en los últimos años. Bajo el liderazgo del presidente Nayib Bukele, quien asumió el poder en junio de 2019, el país ha implementado una serie de políticas de seguridad que han transformado su panorama criminal.
Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen hoy es: ¿Realmente El Salvador se ha convertido en uno de los países más seguros del mundo? A continuación, se examina la evolución de la situación de seguridad en El Salvador, sus logros recientes, los retos que aún enfrenta y las críticas a las estrategias implementadas.
Un pasado marcado por la violencia
Durante décadas, El Salvador fue conocido como uno de los países más peligrosos del mundo. Las pandillas, conocidas localmente como «maras» (principalmente la Mara Salvatrucha o MS-13 y el Barrio 18), controlaban gran parte del territorio, extorsionaban a empresarios, intimidaban a comunidades y libraban guerras territoriales que dejaban miles de muertos cada año.
A esto se sumaba la alta tasa de homicidios, que en algunos años llegó a ser la más alta del mundo fuera de zonas de guerra. En 2015, por ejemplo, el país registró una tasa de homicidios de 103 por cada 100,000 habitantes, una cifra alarmante.
Las causas de esta violencia son multifacéticas y se remontan a los efectos del conflicto armado salvadoreño (1980-1992), que dejó un país dividido, con una economía debilitada y un tejido social roto. Al finalizar la guerra civil, muchos jóvenes migraron hacia Estados Unidos, donde formaron o se unieron a pandillas. Al ser deportados, trajeron consigo la cultura delictiva que fue creciendo y asentándose en El Salvador.
La violencia pandillera y la falta de control sobre grandes zonas del país generaron un clima de miedo y desconfianza hacia las instituciones de seguridad, que a menudo se veían superadas o incluso coludidas con los grupos criminales. Este escenario de inseguridad parecía insalvable, hasta que en 2019 se produjo un giro importante con la llegada de Nayib Bukele al poder.
El Plan Control Territorial
Desde el inicio de su mandato, Bukele hizo de la seguridad una prioridad absoluta. Su «Plan Control Territorial», lanzado en junio de 2019, fue el eje central de su estrategia. Este plan se centró en tres pilares principales: la recuperación de los territorios controlados por las pandillas, la mejora de la tecnología y la inteligencia policial, y la inversión en prevención del crimen.
Uno de los logros más visibles ha sido la reducción drástica de la tasa de homicidios. De acuerdo con cifras del gobierno, El Salvador pasó de tener 50 homicidios por cada 100,000 habitantes en 2018 a menos de 8 en 2023, una disminución notable que ha sorprendido a observadores internacionales. La reducción de la violencia ha sido aclamada como un éxito rotundo, y Bukele ha utilizado estos logros para promocionar su gestión tanto a nivel nacional como internacional.
Además, el gobierno ha tomado medidas drásticas contra las pandillas, como la militarización de ciertos territorios y la construcción de una megacárcel con capacidad para 40,000 reos, diseñada específicamente para pandilleros. Este enfoque de «mano dura» ha sido clave para debilitar el poder de las maras, que durante años controlaron grandes áreas del país.
¿Es El Salvador realmente uno de los países más seguros del mundo?
Con las impresionantes cifras de reducción de homicidios, es natural preguntarse si El Salvador ha alcanzado un nivel de seguridad comparable con algunos de los países más pacíficos del mundo. Es importante matizar la respuesta.
Por un lado, los avances en la reducción del crimen violento son innegables. Las extorsiones, los robos y otros delitos también han disminuido considerablemente, creando una sensación de seguridad en muchas zonas del país. Lugares antes considerados inseguros, como ciertas áreas de San Salvador, han experimentado un renacimiento, y el turismo, especialmente el turismo de surf y de aventura, ha crecido rápidamente.
Sin embargo, aunque los números de homicidios y delitos han bajado, algunos críticos señalan que este descenso no necesariamente se traduce en que El Salvador sea uno de los países más seguros del mundo. Aunque ha mejorado en comparación con su propia situación pasada, aún existen desafíos en términos de seguridad y justicia que deben ser abordados.
Críticas y desafíos
La estrategia de Bukele, si bien exitosa en términos de reducción del crimen, ha sido objeto de duras críticas tanto a nivel nacional como internacional. Muchas de estas críticas se centran en el carácter autoritario de algunas de las medidas adoptadas.
Uno de los aspectos más polémicos ha sido el régimen de excepción, implementado desde marzo de 2022 en respuesta a una ola de asesinatos. Bajo este régimen, el gobierno suspendió ciertos derechos constitucionales, como la libertad de asociación y el derecho a la defensa adecuada en casos judiciales. Durante este periodo, decenas de miles de personas fueron arrestadas, en muchos casos sin una acusación formal o juicio, lo que ha generado preocupaciones sobre violaciones a los derechos humanos.
Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado que estas medidas represivas han llevado a la detención arbitraria de miles de personas, muchas de ellas inocentes. Estas organizaciones también han señalado un aumento en las denuncias de torturas y abusos en las cárceles.
A pesar de los logros en seguridad, la creciente concentración de poder en manos de Bukele ha generado inquietudes sobre la erosión de la democracia en El Salvador. Su gobierno ha disuelto la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema y ha reemplazado a jueces y fiscales con personas afines a su administración, lo que ha debilitado el sistema de pesos y contrapesos del país.
La percepción de la seguridad
A nivel interno, muchos salvadoreños respaldan las políticas de Bukele. La percepción de seguridad ha mejorado considerablemente, y muchos ciudadanos agradecen las medidas que han llevado a una disminución tangible de la violencia en sus comunidades. Las calles parecen más seguras, los negocios ya no pagan extorsiones en la misma medida y las pandillas han perdido poder en muchas zonas del país.
Sin embargo, algunos analistas señalan que la paz que se vive en El Salvador puede ser frágil. La concentración de poder y el uso de medidas extraordinarias contra las pandillas pueden resultar insostenibles a largo plazo, y la falta de un proceso judicial justo para muchos detenidos puede generar resentimiento en la población afectada.
Conclusión
El Salvador ha logrado avances impresionantes en su lucha contra la violencia y el crimen, pasando de ser uno de los países más peligrosos del mundo a un lugar donde la vida cotidiana ha mejorado significativamente en términos de seguridad. Sin embargo, afirmar que es «uno de los países más seguros del mundo» puede ser prematuro.
Si bien las cifras de homicidios y delitos han bajado drásticamente, el país aún enfrenta desafíos importantes en cuanto a derechos humanos, gobernabilidad democrática y la sostenibilidad de sus políticas de seguridad a largo plazo. El Salvador ha recorrido un largo camino, pero su futuro depende de encontrar un equilibrio entre la seguridad y el respeto a las libertades y derechos fundamentales de todos sus ciudadanos.