La conquista de El Salvador
En el presente artículo conocerás los detalles relacionados a la historia de cómo sucedió la conquista de El Salvador.
Pedro de Alvarado (1485-1541), natural de Badajoz, en Extremadura (España), fue uno de las capitanes más ilustres del Siglo XVI.
Después de participar en la colonización de Cuba, acompañó a Juan de Grijalbit en la exploración del litoral del golfo de Mexico y como segundo jefe a Hernán Cortés en la conquista del imperio azteca, donde acredito su valor temerario, su don de mando y un corazón más duro que la obsidiana misma.
A este conquistador español, a quien los indios de Tlaxcala dieron el sobrenombre de Tonatiun (el Sol), se le atribuye la conquista de las naciones civilizadas de Guatemala y El Salvador.
De fines de febrero a principios de junio de 1524 conquistó a los quichés, cakchiqueles, tzutuhiles, pipiles de Escuinta y xincas de Guazacapein y ante su espíritu vívido de aventura, gloria y riqueza, se mostró una poderosa nación india: La nación pipil.
Alvarado, al mando de 150 infantes, 100 caballeros españoles, y entre 5 a 6 mil indios auxiliares ocuparon (y sin resistencia el pueblo de Mocnizaico (6 de junio de 1524). El día siguiente parte y llega a Acatepeque, población que previamente habían abandonado sus moradores ante la noticia de las crueldades de las conquistadores.
El 8 de junio de 1524 en las proximidades de Acajutla, se libró una sangrienta batalla, la más sangrienta de la conquista. El ejército pipil fue completamente aniquilado; relata el propio Alvarado: «Fue tan grande el destrozo que en ellos hicimos que en poco tiempo no había ninguno de todos los que salieron vivos».
Sin embargo, no fue fácil la victoria de las armadas españolas, pues perecieron también muchos indios auxiliares, algunos soldados españoles y el propio Tonatiuh recibió un flechazo en el muslo de la pierna izquierda, lanzado por el Príncipe Atonal, que lo mantuvo durante ocho meses en trance de muerte y que lo dejó cojo para toda la vida, y tuvo que usar, una suela de cuatro dedos de corcho.
Allí, los invasores permanecieron cinco días descansando y curándose de las heridas y el 13 de junio de 1524 avanzaron sobre Tacuzcalco donde los pipiles presentaron un segundo y más poderoso ejército.»Cabalgué en un caballo como pude -dice Alvarado-, para mejor Poder dar orden como se acometiesen, y vi que había un cuerpo de gente de guerra, todos hecha una batalla de enemigos».
Y en seguida afirma que confió la dirección del combate a sus hermanos: por el flanco izquierdo Gómez de Alvarado, con 30 de caballo; por el flanco derecho Gonzalo de Alvarado, con 20 de caballo y por el centro Jorge de Alvarado, con el grueso de la tropa.
El ejército pipil, numeroso, dice el jefe conquistador que verlo «era para espantar, porque tenían todos los más lanzas de treinta palmos todas enarboladas; y yo me puse en un cerro por ver bien como se hacia, y vi que llegaron locos los españoles hasta…… los indios, y que ni los indios huían ni los españoles acometían; que yo estuve espantado de los indios que así osaron esperar».
Nuevamente, seguían las propias palabras del conquistador íbero, «aquí se hizo muy grande matanza y castigo»
Dos días después marchó a Miahuatlán; luego a Ateos, donde recibió mensajeros de los señores de Cuzcatlán, y finalmente penetró en esta ciudad el 17 de junio de 1524 donde según sus propias palabras, halló «todo el pueblo alzado, y mientras nos aposentábamos, no quedó hombre de ellos en el pueblo, que todos se fueron a las sierras».
El cacique Atlacatl y sus bravos soldados estaban dispuestos a triunfar o morir. Alvarado les envió mensajeros, pidiéndoles que retornaran a la ciudad y rindieran el vasallaje; pero el jefe indio contestó: «Si queréis nuestras armas venid a llevarlas a las montañas».
Iracundo, Alvarado atacó a los pipiles infructuosamente en las serranías: allí perdió once caballos, algunos españoles y muchos indios auxiliares y lo que es más importante aun: su calidad de capitán invicto.
En efecto: Tonatiuh confiesa asi su derrota en la capital de los pipiles:»Sobre estos indios de Cuzcatlán, que estuve diecisiete dias, que nunca por entradas que mandé hacer, ni por mensajeros que les hice, como he dicho, los pude atraer, por la mucha espesura de los montes y grandes sierras y quebradas y otras muchas fuerzas que tenian».
«Acordeme -agregar volver a esta ciudad de Guatemala, y de pacificar de vuelta la tierra que atrás dejaba (los pipiles de los Izaicos), y por cuanto hice y en ello trabajé nunca los pude atraer al servicio de su majestad; porque toda esta costa del Sur, por donde fui es muy montañosa, y las sierras cerca, donde tienen el acogida».
Alvarado, cuyo firme propósito era pasar en Cuzcatlán la estación de las lluvias y cuya herida en Acajutla lo ratificaba en ese propósito, salió huyendo de la metrópoli de los pipiles el 4 de julio de 1524.
En la primera confrontación histórica Cuzcatlan había triunfado sobre España.